La endogamia y la pareja

Este pequeño texto aborda el fenómeno de la endogamia tal como se presenta al interior mismo de la pareja.

El vocablo “endogamia”, habitualmente hace referencia a una situación en la cual se produciría una unión matrimonial entre personas sanguíneamente cercanas.

Desde una acepción psicológica, en cambio, suele definirse como endogamica la posición de quien tiene dificultades para independizarse de sus padres, en un camino que logrado, lo llevaría a la exogamia, es decir, a una posición compatible con el establecimiento de un vínculo amoroso novedoso y no familiar.

Sin embargo, y esta es la idea de este pequeño texto, podríamos pensar que la endogamia, lejos de ser un fenomeno abandonable para siempre una vez obtenidas ciertas marcas de individuación, puede ser tambien la forma según la cual una pareja funcione aún en la adultez.

Una manifestación habitual en la consulta de algunas mujeres consiste en un estado de enfriamiento afectivo y erótico del que dependen luego ciertos desarrollos de ira y enojo al mínimo desacuerdo, es decir, se enfría el erotismo y se calienta el ring, naturalizando la pelea como modo de estar. Dicha “pausa” en la pareja es la consecuencia de un desencuentro mayor al inevitable y que consiste en haber perdido las coordenadas que marcan el surgimiento del deseo.

En este sentido es habitual que se haga referencia a la falta de iniciativa amorosa como consecuencia de un partenaire cambiado, desconocido, reducido a una función proveedora, distante de la figura idealizada del amante, quien “siempre”, cual boy scout, estaría listo para seducir a la mujer, pura feminidad, no degradada por la maternidad, el trabajo o los años.
Cierta constelación, habitualmente rastreable en la infancia, deja a estas mujeres en un estado que ya nos anticipo Inodoro Pereyra: “mal pero acostumbrado”.

Desde allí se sostiene la escena conocida de aquellos que están mal pero no tanto para separarse, pudiendo de este modo sostener un vínculo inmaduro por muchos años.

Este conflicto, es coherente con el sostenimiento de una posición a la que la mujer accede al no reclamar a su marido la conquista cotidiana, bajo la forma de la garantía. Son mujeres garantidas, que estarán siempre, que no abandonarian nunca.
“La atorranta aquella dejo al marido por otro” sería algo perfectamente pronunciable por quien se siente propiedad de alguien, en un estado de comodidad incomoda. Esa es la condición de todo síntoma psicológico.

Para decirlo de modo directo: cuando el varón tiene la garantía de que su mujer siempre estará con él deja de seducirla, y cuando pasa eso ella deja de desearlo. Así funciona el perfecto circuito de la desidia, consecuencia de una relación que culmina siendo como de hermanos: peleas y reconciliaciones por cualquier motivo.

Poner en primer término la posición de la mujer como causa del fenómeno no implica suponer alli un carácter culpabilizante, como si del esfuerzo de la mujer dependiera todo, simplemente refleja qué elemento de la ecuación se encuentra primero y por otra parte, demuestra lo que ya sabemos: las mujeres son el motor de las cosas.

Endogámica, entonces, es la posición de quien no puede mostrar que su amor es condicional (es decir, que requiere de ciertas condiciones) y reproduce, como consecuencia de ello, una relación parecida a la que se tenía con los padres, obstaculizando el surgimiento del deseo desde ambos lados.

Si la clave para la salida de la endogamia primaria (con los padres) era poder fantasear un vínculo por fuera de la casa natal, el camino que conduce a la salida de esta endogamia secundaria, o de pareja, es que la misma consiga generar un clima de relación en el que haya que trabajar por sostener a un otro que exige seduccion. Lo más difícil de ese trabajo, es que no se logra trabajando, o poniéndose metas, pautas u objetivos. Suele ser el análisis de una mujer lo que la lleva a cambiar de posición como consecuencia, muchas veces, de una consulta que no presuponía un conflicto tal. Por el lado de los varones la cuestión no es menos compleja, pero va por otro lado: el varón trepa el árbol más alto para alcanzarle el fruto más maduro, la mujer quería la flor que estaba junto a sus pies.

Esto no intenta ser un texto explicativo de los conflictos de pareja, simplemente alumbrar ciertas coordenadas que se repiten en las consultas de algunas mujeres que para poder llegar a estar con un hombre primero deben correrlo del lugar de padre propio, es decir, aquel a quien por definición, no se puede cambiar por otro.

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